Si conocemos bien a nuestro cachorro podremos detectar enseguida cualquier problema. Es importante observar:
– La piel: debe ser sonrosada y sin descamación.
– El pelo: debe ser brillante y espeso.
– Los ojos: no deben lagrimear, la legaña debe ser pequeña y blanca-transparente o negra.
– El hocico: no debe tener secreción.
– Los oídos: deben de estar limpios, sin secreción ni olor.
– Los dientes: deben estar limpios, sin sarro ni mal aliento. Y las encías sonrosadas.
Ante cualquier anormalidad, debemos consultar con nuestro veterinario. Si tenemos en cuenta estos pequeños detalles y actuamos con prontitud, podemos diagnosticar precozmente cualquier patología y el pronóstico será mucho más favorable.